miércoles, 3 de octubre de 2012

CAPITULO 2







–La normalidad es aburrida.
–¿Por qué no la pruebas antes de darle la patada?
Selena se rió.
–Algún día, hermanita, vas a tener que aceptar la otra mitad de tus genes.
_______ hizo caso omiso de esas palabras mientras sus pensamientos regresaban a su ex-prometido. Había creído sinceramente que Cliff era el hombre de su vida. Un administrativo agradable, tranquilo y medianamente atractivo, al que ella había tomado por su media naranja.
Hasta que conoció a su familia.
¡Uf! Durante los seis últimos meses había dado largas a la presentación, sabiendo lo que podría ocurrir. Pero él había insistido tanto que, al final, la última noche cedió.
Cerró los ojos y se estremeció al recordar a su hermana gemela, Tabitha, recibiéndolo en la puerta ataviada de pies a cabeza con la vestimenta gótica que usaba para perseguir vampiros. El conjunto se completaba con una ballesta que Tabitha se empeñó en mostrarle, además de su colección completa de shurikens.
«Ésta es especial. Puede abrir la cabeza de un vampiro a más de doscientos metros».
Por si eso no hubiese sido suficiente, su madre y sus tres hermanas mayores estaban preparando un hechizo de protección para Tabitha en la cocina.
Y lo peor, lo más horrible, llegó cuando Cliff bebió inadvertidamente de la taza de Tabitha, que contenía su poción energética hecha a base de cuajada, tabasco, yema de huevo y hojas de té.
Tuvo arcadas durante una hora.
Más tarde, Cliff la llevó a casa en su coche.
«No puedo casarme con una mujer con semejante familia», le dijo mientras ella le devolvía el anillo de compromiso. «¡Dios Santo! ¿Y si tuviésemos hijos? ¿Te imaginas que ocurriría si alguno de ellos fuese así de rarito?»
Echando la cabeza hacia atrás, _______ pensó que aún sería capaz de matar a toda su familia por la vergüenza que le hicieron pasar. ¿Tanto les habría costado comportarse con normalidad tan sólo durante una cena?
¿Por qué?, ¿Por qué no había nacido en una familia corriente, en la que nadie creyese en fantasmas, duendes, demonios ni brujas?
Pensándolo bien, ¡dos de sus hermanas aún creían en Papá Noel!
¿Cómo aguantaba su padre, un hombre maravillosamente normal, todas esas necedades? Definitivamente, se merecía que lo santificaran por su paciencia. 
–¡Eh, chicas!
______ abrió los ojos para ver cómo Tabitha se acercaba. 
Vale, genial. 
¿Qué vendría después? ¿La atropellaría un autobús?
El día de hoy va mejorando…
Quería muchísimo a su hermana gemela, pero no en ese preciso momento. En ese momento deseaba que le ocurrieran cosas espantosas. Que le ocurriese algo desagradablemente doloroso. 
Como era habitual, Tabitha iba vestida íntegramente de negro. Pantalones de cuero, jersey de cuello vuelto y abrigo largo, también de cuero. Llevaba la abundante y ondulada melena castaña con reflejos cobrizos recogida en una larga coleta y sus ojos, de un azul pálido, lanzaban destellos. Tenía las mejillas arreboladas y caminaba alegremente. 
¡Ay, no! ¡Iba de cacería!
_______ suspiró. ¿Cómo demonios podían proceder del mismo óvulo?
Tabitha rebuscó en uno de los bolsillos de su abrigo, sacó un trozo de papel y lo colocó sobre la mesa, frente a Selena.
–Necesito tus conocimientos. Esto es griego, ¿verdad?
Sin responder a la pregunta, Selena apartó las cartas y echó un vistazo a la nota. Frunció el ceño.
–¿De dónde lo has sacado?
–Lo tenía un vampiro que pulverizamos anoche. ¿Qué dice?
–«El Cazador Oscuro está cerca. Desiderius debe prepararse».
Tabitha se metió las manos en los bolsillos mientras sopesaba las palabras.
–¿Alguna idea sobre el significado?
Selena se encogió de hombros mientras le devolvía el papel.
–Nunca he oído hablar de ningún Cazador Oscuro, ni del tal Desiderius.
–Eric dice que «Cazador Oscuro» es una clave con la que se refieren a uno de nosotros. ¿Qué crees?   
–preguntó Tabitha.
_______ ya había escuchado bastante. ¡Por Dios! Cómo odiaba cuando empezaban con toda esa basura ocultista, demoníaca y vampírica. ¿Por qué no maduraban y se incorporaban al mundo real?
–Chicas –dijo levantándose–, os veré luego.
Tabitha la agarró del brazo cuando comenzaba a alejarse.
–¡Oye! No estarás todavía dolida por lo de Cliff, ¿verdad?
–Por supuesto que lo estoy. Sé que lo hicisteis todo a propósito.
Sin preocuparse en absoluto por haber sido la culpable de la ruptura del compromiso de su hermana, Tabitha le soltó el brazo.
–Lo hicimos por tu bien.
–¡Oh, claro! Muy bien –le dijo con una falsa sonrisa–. Gracias por cuidar de mí. ¿Por qué no me metes un dedo en el ojo cuando quieras divertirte?
–Venga, _______ –le dijo Tabitha con su expresión más adorable, la que conseguía que su padre le perdonara cualquier cosa. Pero con ella no funcionaba; al contrario, la irritaba más–. Puede que no te guste lo que hacemos, pero nos quieres. Y no puedes casarte con un administrativo estirado que no acepta lo que somos.
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Lo lamento de verdad no haber subido antes, pero estaba finalizando periodo y ya se podrán imaginar como estaba de ocupada, prometo subir mas seguido de verdad :)